miércoles, 27 de mayo de 2009

ATEMPORAL. 27-5-09

Tengo en mente una palabra
que abarca a tantas otras,
existentes e inexistentes.
Me miro las manos
que a causa del frío
se agrietan y
siento el olor de la niñez
de los recuerdos vívidos
y ausentes.
Me envuelve una brisa
imperceptible
para el resto
y devuelvo la mirada
y la sonrisa
con la inconciencia
del rebote.
Te busco en mi memoria
y descubro los rasgos esfumados
y el contorno borroso
cual fotografía desencajada
y atemporal.
Me siento sobre aquella piedra
que en otras ocasiones
se posó sobre mí,
y comprendo que todo
está dicho,
que los roles se intercambian,
que las pasiones mutan
y que el tiempo inevitablemente
es siempre el espectador
de tan exquisita proyección.

Cintia Ceballos

viernes, 22 de mayo de 2009

EL VAIVÉN DE LAS OLAS

-Te vas a quedar quietito y vas a esperar a que yo haga lo que tengo que hacer, me dijo.
Era una tarde de verano de esas bochornosas en las que el calor lo inunda todo y un grillo hacía sonar sus patas traseras, recuerdo que mamá me había contado que de esa manera emitían sus sonidos, como tantas veces yo me alejé de todo menos del grillo y comencé un diálogo interno que me parecía muy interesante, obviamente entre el grillo y yo, me contó que se sentía solo y como no iba a entenderlo a mí me pasaba muchas veces.
Que sus patas eran diferentes a las del resto y por ende el sonido que emitían, por esta razón nadie lo comprendía y le costaba encontrar una pareja para compartir sus días, de noche se escondía debajo de la escoba del lavadero y esperaba a que el día comenzara para salir de allí.
Papá me dijo que no me moviera y juro recordar que no lo hice, pero evidentemente no fue así, porque al cabo de un rato me gritó y aunque yo seguía ensimismado como solía decirle al médico, lo escuché y me dolió que me gritara porque estaba haciendo el esfuerzo de no moverme.
Mamá solía ser más paciente conmigo, casi nunca me gritaba, su voz era suave como una caricia, pero aveces lloraba y yo sabía que era a causa mía, el dolor que le provocaba sin intenciones por momentos la desbordaba, pero ella era más fuerte que el roble y tragaba sus lágrimas y las degustaba aún sabiendo que tenían el sabor de una amarga y lenta derrota.
Esa tarde mamá no estaba y por eso papá me cuidaba, hablaba con un hombre muy alto que yo me negué a saludar y aunque ese comportamiento me era característico, papá se disgustó mucho conmigo, al señor alto no pareció importarle.
Mi amigo el grillo siguió con su relato, y las voces de papá y del señor alto se esfumaron de repente, me conmovió el dolor que lo afligía tan parecido al de mamá y al mío cuando la veía sufrir, de golpe entendí que los dolores se parecen mucho aunque los causantes sean diferentes y ya no me sentí tan solo, ni tan único y especial.
-Te dije que no te movieras me gritó papá de repente, y el señor alto me miró con cara de no entender nada, luego papá se disculpó con él, pero el señor alto le dijo que se calmara y lo ayudó a sentarte en un sillón marrón, mientras le servía un vaso azul con agua, creo.
Yo estaba quietito como papá me dijo solo hablaba con el grillo pero mentalmente y nadie mas podía escucharme.
Mi vaivén es como el de las olas, van y vienen y yo voy y vengo con él. Recuerdo que tenía un amigo y con él compartíamos muchas historias, era el único que me entendía como si yo hablara un idioma diferente que compartíamos, íbamos juntos a la escuela pero el resto de los chicos y chicas no eran nuestros amigos, más por mí que por él, sin embargo él prefería el rechazo de ellos antes que rechazarme a mí, y yo en mi infinito silencio lo agradecía.
Papá se reincorporó y el señor alto le dijo que no se afligiera y que entendía su dolor y abatimiento, papá volvió a pedirle disculpas y me sorprendió, en mi corto entendimiento las disculpas me las debía a mí y no a ese señor extraño que nada tenía que ver con nosotros, pero papá no se disculpó conmigo y eso me dolió profundamente, yo estaba muy quieto o en todo caso el vaivén de las olas no era algo que pudiera controlar.
El grillo siguió rozando sus patas traseras, por un momento lo había olvidado, pobre grillo ni yo que era su amigo lo escuchaba, me quedé mirándolo con culpa, haciéndole entender que me interesaba su relato y prosiguió. Papá también me miraba y descubrió mis ojos fijos en el grillo. no sé por qué sin decir nada levantó su enorme pie y lo apretó con fuerza sobre mi insecto amigo, como si él fuera el responsable de mi ausencia. Mi corazón se deshizo en mil pedazos, mi amigo estaba muerto y el silencio era agobiante.
El vaivén de las olas se detuvo y yo me detuve con él, papá me miró largamente y lloró como un niño y yo lloré con él como un adulto.
El viaje en el auto fue silencioso, ninguno de los dos pronunció palabra, por primera vez en mi vida le tuve miedo y deseé que no fuera mi padre, yo creo que él en cambio muchas veces había deseado que no fuera su hijo.
Llegamos a casa y mamá nos estaba esperando, la abracé con todas mis fuerzas y el vaivén de las olas se hizo más intenso, hasta yo podía sentir las olas saliendo de mi cuerpo y golpear con fuerza el cuerpo de mi madre. Papá miraba el cuadro pero nada decía, ya no gritaba, el silencio también lo iluminaba, sólo me abrazó y me besó la frente.


Cintia Ceballos

sábado, 16 de mayo de 2009

SOBRE LAS CENIZAS. 16-5-09

Quién diría que dormir
sobre las cenizas
sería tan placentero.
Que buscar mis pedazos
y reconstruirlos
una tarea
tan embriagadora.
Si el sonido
del mar
está encerrado
en un caracol
sólo porque fue
su medio
alguna vez.
Por qué no he de pensar
que puedo seguir latiendo
a la distancia.
Y besarte en los labios
ausentes
y abrazarte en el sueño
que está dormido
porque no sabe el modo
de vivir la realidad.
Quien hubiera dicho
que de las cenizas
resurjo inevitablemente
para sentir
que tiene sentido
tanta emoción contenida.
Estoy desnuda
y el frío, en lugar
de quebrarme
me sustenta,
será que me anestesio
y refreno las lágrimas
que debí llorar?
Será que el público
no entiende
y se ríe a carcajadas
cuando el dolor
se adueña
y me carcome?
Será que estoy
marchita,
y no hay agua capaz
de apaciguar mis males?
Quién diría que dormir
sobre mis cenizas
sería tan placentero,
si me despierto
y lo olvido,
recuérdenme
que debería
haber seguido
soñando...


Cintia Ceballos

martes, 12 de mayo de 2009

agujas sin tiempo. 13-5-09.

Voy a dejar mi cuerpo
en una piedra
y no lo buscaré
ni aunque deba
sin más
hacerme cargo.
Demasiados embustes
provocados,
demasiado pesar
inconsecuente.
Para que al fin
de cuentas
no lo notes
para que sin razón
te sientas dueño.
Y yo la irremediablemente
escusa
y yo la que se aferra
a las noches
que pueden develar
mi antagonismo
que pueden hacer ciertos
los errores.
Y disipo los miedos
con silencios
y convierto
mi insomnio
en una musa
y me opongo
al olvido
y a su modo
de hacerme ínfima
y etérea.
A veces me arrepiento
del momento
que quebró
las agujas
aún sin tiempo.
A veces me duermo
y ya no siento
aunque mañana
el dolor
lo cubra
todo.


Cintia Ceballos

lunes, 11 de mayo de 2009

Mi perla mortal. 11-5-09

Se quiebra el firmamento
y con él, mi intento de afirmarme,
desprolijo es el sueño
que aún carente de sustento
me subyace.
No debí provocarme
ni ponerme en un límite
evitable.
Es mi perla mortal
la que ignora señales
y advertencias.
Saboreo esta lluvia
que golpea con fuerza
inagotable
para luego entender
que el placer del dolor
es un veneno dulce
que se expande,
en mis ojos,
mi piel
y en mi mustia
esencia discordante,
que logra la emoción
con la desdicha,
desolación,
penumbra sofocante.
Reivindico el sabor
de mis labios resecos,
el corazón aullando palpitante
y el silencio
que media entre los dos
el puente que nos vuelve
tan distantes.


Cintia Ceballos

martes, 5 de mayo de 2009

EN PEDAZOS. 5-5-09.

Y si me quiebro?
no dejo de ser yo
aunque en pedazos.
Quizás no sea tan fuerte
como creo...
quizás la fortaleza
es eufemismo,
y el miedo se reviste
con mis miedos.
Quizás esa estructura
que aparenta solidez,
se desmorona en el silencio,
en tu silencio
y en mi simple actitud
de soportarlo.
Y si me quiebro?
no dejo de ser yo
aunque en pedazos,
filosos y amorfos
deslucidos ante el brillo
de tu apatía.
Y si me alejo?
quedará mi imagen
grabada en tu retina?
como está tu imagen
en mí.
Vacía, pero repleta
de preguntas?
Me reprimo
hasta del aire
que pasando
por tus fosas nasales
me atraviesa.
Y no logro contentarme
con el borroso reflejo
que de la luna en el río
mis ojos culposos miran
para deleitarme
y al mismo tiempo
torturarme.


CINTIA CEBALLOS