Tengo en mente una palabra
que abarca a tantas otras,
existentes e inexistentes.
Me miro las manos
que a causa del frío
se agrietan y
siento el olor de la niñez
de los recuerdos vívidos
y ausentes.
Me envuelve una brisa
imperceptible
para el resto
y devuelvo la mirada
y la sonrisa
con la inconciencia
del rebote.
Te busco en mi memoria
y descubro los rasgos esfumados
y el contorno borroso
cual fotografía desencajada
y atemporal.
Me siento sobre aquella piedra
que en otras ocasiones
se posó sobre mí,
y comprendo que todo
está dicho,
que los roles se intercambian,
que las pasiones mutan
y que el tiempo inevitablemente
es siempre el espectador
de tan exquisita proyección.
Cintia Ceballos
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