miércoles, 13 de enero de 2010

lunes, 11 de enero de 2010

Mi satisfacción y tu deseo.

Entre tantos lunares
me quedé en el omoplato
seguí con la vista
y con los dedos
el lugar que mirabas
así como buscando
espectador
en tu deseo.
Te susurré
palabras asonoras
sin sentido,
me aventuré
al despliegue
de artificios
y placebos.
Ser fruta jugosa
que se vierte en tus labios
es algo mío
ser deshollinador
algo tan tuyo
en este juego.
Si buscamos la excusa
encontraremos muchas
tan propicias
que nadie entenderá
porque siempre avanzamos
y retrocedemos.
Este cuerpo se aprendió
los trucos
y mi mente se embriaga
de tal modo,
que aún sabiendo
donde está cada lunar
los busca, los dibuja
los transfiere,
para que al fin de cuentas
de entre tantos cuerpos
quedemos vos y yo
mi satisfacción
y tu deseo.

Cintia Ceballos

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miércoles, 6 de enero de 2010

Y después de la lluvia. 8-1-10

Y después de la lluvia
el verdín en la pared
hasta en la tierra.
El verde reluciente
en las hojas
de los árboles.
La brisa fresca
y luego el sol
que la acompaña.
La conjunción perfecta
digo yo
desde la infancia.
Momento mágico
en que la imaginación
me conducía al juego.
Y después de la lluvia
todo renace,
mi mirada se vuelve
optimista,
las fuerzas perdidas
se recobran.
Para que aquel amor
dormido
se despierte
pienso en la lluvia
salgo a nadar en ella
extiendo mis alas
abrazándola.
Y recuerdo tu rostro
la expresión de tus ojos,
la manera que tienes
de mirarme
y el pacto
que sellamos aquel día,
pensando que es posible
parados bajo la lluvia
no mojarse.


Cintia Ceballos

miércoles, 30 de diciembre de 2009

una cama sin recuerdos. 8-1-10

Amanece mi cuerpo
en una cama sin recuerdos
con la errante sensación
de estar despierta
sin estarlo.
Una parte de mí
logra despegarse
de la cama,
pero luego
al verme aún durmiendo
en ella,
un escalofrío me recorre
la piel,
aunque ya no sea mía.
Es un impulso reflejo
inevitable.
El espejo que nos mira
es mi único testigo
y también parece ignorarme,
la imagen que proyecta
es la de mi cuerpo
sin recuerdos
sobre una cama
sin recuerdos.
Y yo despierta
sin estarlo
finalmente me despierto
al borde de una cama
demasiado grande
para mí.


Cintia Ceballos

No. 8-1-10

Mis piernas
se enredan con mis piernas
para no perturbarte.
Y debajo de la mesa
se dibujan
secuencias amatorias
encubiertas.
Clarividente juego
a leer tu mente,
tus silencios,
y te pido perdón,
creo que no estaré
cuando despiertes.

Cintia Ceballos

martes, 29 de diciembre de 2009

El miedo nos lleva a camuflarnos. 30-12-09

¿Pensaste alguna vez
en ese pequeño ser
que transita de la puerta
a la ventana
vistiendo el color de la pared
para que nadie lo vea?
Es que el miedo
nos lleva a camuflarnos...
¿Lo has visto alguna vez
besando con sus patas
el verde húmedo del césped,
mutando su color,
mimetizando?
Es que el miedo
nos lleva a camuflarnos...
¿Has visto alguna vez
la urbe confundirse con
el resto?
¿Has visto que el color
se repite a menudo
en las vidrieras?

Vida que por ser única
e irrepetible
nos aterra,
¿Pero has notado

que el miedo
no se va aunque
nos atrincheremos
rodeados de otros
cuerpos,
de otras vidas?
Ese pequeño ser
que transita
de la puerta
a la ventana,
se me parece,
también visto
el color de la pared.
Ahora...
¿Puedes creer
que realmente
nadie lo verá?

Cintia Ceballos



domingo, 27 de diciembre de 2009

claro está que seguimos. 27-12-09

Claro está que seguimos
hermana,
que no detuvimos la marcha
ni en las condiciones mas adversas.
Ni en tu irrealidad,
ni en mi escapismo,
ni en la compulsión,
ni en su coraza de hierro.
Son los años los que permiten
en tal caso,
que miremos el pasado
como un espejo lejano
que ya no nos refleja.
Pero las turbulencias,
las erupciones estacionales,
la respiración áspera
y entrecortada
y el cuerpo que despierta
al otro lado de mi cama,
son resabio,
remanente,
o consecuencia.
Más claro está que seguimos
hermana,
que jamás detuvimos la marcha,
ni un instante.
Que el tiempo
dejó atrás aquella infancia,
que más allá del miedo
compartido por los cuatro
ya no somos esos niños
que despojados de inocencia
corrieron por su escondite,
creo que de algún modo
todos encontramos
el remanso.
La pena quizás me viste
al pensar que aquel
del cuál nos escondíamos
jamás salió a buscarnos.


Cintia Ceballos